El director de cine Juan Bravo está sumido en un profundo desaliento existencial: su última película ha sido vilipendiada por la crítica, y sus amigos, familiares e incluso socios comerciales no pierden el tiempo en hablar mal de él. Busca refugio en la ciudad de Oviedo, Asturias, deambulando por las calles vacías por las noches, asistiendo a fiestas que son auténticos circos llenos de aspirantes, y asistiendo a conciertos y ceremonias religiosas y tradicionales en busca de inspiración para su próxima película. Recuerda su infancia pero, sobre todo, aquella extraña mujer que le pidió que la visitara en su apartamento exactamente a las 22 horas, ni un minuto más, ni un minuto menos.